En el mundo, una sola persona puede producir 50 gramos de residuos de bolsas y empaques de plástico en un día. A la semana, estos plásticos, que generalmente son de un solo uso, suman 350 gramos. Al año, la cifra aumenta a 17,5 kilogramos. Si se acumulan los plásticos durante 80 años se alcanzan los 1.400 kilogramos que permanecerán en el ambiente por aproximadamente 500 años.
Pasamos nuestra vida acumulando plásticos que generalmente terminan en el basurero porque muchas veces no sabemos qué hacer con ellos. Esto hace que el 90% de los plásticos que hoy existen en el mundo no hayan pasado nunca por un proceso de reciclaje.
Para solucionar el problema de la polución plástica, nace en Colombia en 2016 la Fundación Llena Una Botella de Amor, una entidad sin ánimo de lucro cuya finalidad es transformar el problema de los residuos plásticos en obra social para beneficiar a personas y comunidades vulnerables mediante la donación de viviendas, parques infantiles, mobiliario escolar y mobiliario urbano.
Su fundador, John Berrio López, trabajó por más de 10 años con diferentes procesos de reciclaje y decidió explorar la posibilidad de aprovechar los residuos plásticos flexibles en la fabricación de madera plástica o Recycled Plastic Lumber (RPL). En un primer momento, este material se utilizó para construir una vivienda. El resultado fue un espacio confortable, con excelentes condiciones termo-acústicas, que reveló la posibilidad de edificar diferentes tipos de mobiliario y estructuras en poco tiempo y a bajo costo.
Desde entonces, la fundación trabaja con una estrategia adecuada para un correcto manejo de los residuos plásticos flexibles que generamos cada día. Su modelo crea alternativas para el cierre correcto del ciclo de dichos elementos, involucrando a las instituciones educativas, empresas y personas en general para que participen en la recolección de material plástico. Esto genera conciencia ambiental y brinda herramientas para reducir el impacto que cada individuo genera.
Paso a paso la estrategia se volvió conocida y acogida por varios países que la ven como una solución práctica para reducir el impacto de los plásticos y generar bienestar. El proyecto inició sus operaciones en Colombia, luego llegó a Argentina, donde crearon alianzas con empresas locales que procesan el material reciclado; y, actualmente, está comenzando en Ecuador.
Pilar Ramos es la directora del proyecto en el país. Afirma que cuando se enteró de la iniciativa no dudó en unirse. “Me enamoré por completo del proyecto y he estado al frente del mismo desde el inicio de operaciones en el país, porque creo firmemente que necesitamos sembrar educación en toda nuestra población, para cosechar gente consciente, comprometida y, sobre todo, responsable del impacto y huellas que estamos dejando en nuestro planeta”, dice.
La fundación se encuentra legalmente constituida en el país; pero, por el momento, sus operaciones se realizan solo en la ciudad de Quito. Ha realizado convenios con más de 10 unidades educativas en la capital, muchas empresas y personas en general que han decidido involucrarse y llenar sus botellas.
“La reacción de la ciudadanía ha sido fantástica, a pesar de que la iniciativa todavía es local. Hemos tenido interés en muchas otras provincias tanto a nivel de colegios, empresas e, incluso, municipios que desean desarrollar esta iniciativa con toda la población” explica Ramos. En total se han recolectado 300 toneladas, lo que muestra que definitivamente existe un mayor interés de la población en ser parte de la solución al cambio climático.
Básicamente se pueden llenar con plásticos del tipo 2 (polietileno de alta densidad), 4 (polietileno de baja densidad) y 5 (polipropileno). Casi todos los residuos plásticos flexibles y plástico chillón están elaborados en alguno de estos materiales. Por ejemplo: las bolsas y fundas de alimentos, las bolsas de snacks, de golosinas, productos de limpieza, cepillo de dientes, tubo de pasta dental, sorbetes, etc.
Es importante que los plásticos estén limpios y secos dentro de los envases rígidos que pueden ser: botellas de gaseosas, agua, los envases de productos de limpieza, yogur o champú. El material debe ser compactado lo mejor posible con la ayuda de una varilla, de este modo se consigue que la botella sea lo mejor aprovechada y que contenga la mayor cantidad de material.
Se debe evitar colocar en los envases elementos que no sean de plástico como: tierra, arena, vidrio, metal, papel, cartón, tetrapack. Tampoco el poliestireno expandido o telgopor, más conocido en Ecuador como espumaflex, que es la última vida útil del plástico y del que no hay reciclaje. Tampoco colocar guantes, caucho, látex, globos, colillas de cigarrillo o chicles.
- Muyu Emprende ubicados en Roca E5-33 y Juan León Mera, de lunes a viernes de 9h00 a 18h00.
- The Vegan World es una feria que se realiza una vez al mes en el Mundo Juvenil y presta el espacio para realizar la recolección en fines de semana.
- Colegio Menor Es uno de los principales puntos de acopio, ya que reciben las botellas de sus estudiantes y de la población en general de Cumbayá y Tumbaco.
- Otros colegios son puntos de acopio solamente de los estudiantes y sus familias: Colegio Terranova, Hontanar, La Condamine, Unidad Educativa Municipal del Milenio Bicentenario, Colegio Planeta Azul, Martín Cereré, Isaac Newton, Ortega y Gasset, William Shakespeare, Colegio Maurice Ravel, Colegio Americano.
Las botellas son recopiladas por la institución y se transportan hacia la planta, donde se abren, se clasifica los residuos y entran en una aglutinadora que convertirá en crispeta estos empaques, mezclándolos con plástico postindustrial. La transformación atraviesa un ciclo cerrado que ablanda el plástico sin quemarlo, así no genera un nuevo residuo como gases. Finalmente se deposita el material en moldes, de los que obtendremos vigas, tablones, o más referencias necesarias para poder elaborar los productos.
Uno de los principales antecedentes que han motivado al desarrollo de esta idea es el déficit habitacional que afecta a América Latina y el Caribe, ya que millones de personas habitan en una vivienda inadecuada.
Por lo cual, la fundación se propuso construir 4 millones de viviendas en la región en los próximos 12 años para beneficiar a familias vulnerables que tengan un terreno, pero, por sus condiciones socioeconómicas, no tengan capacidad para construir una vivienda digna.
Con 5 toneladas de plástico, que deberá ser mezclado con los demás materiales que conforman la madera plástica, se puede elaborar una casa de 45 metros cuadrados. La fundación necesita recuperar 20 millones de toneladas de botellas de amor para cumplir esta meta.
La motivación de esta institución desde un inicio fue incentivar el amor por la naturaleza y nuestros semejantes, para hacer de este planeta un lugar con menos basura plástica y con mayor bienestar. La fundación en Ecuador aspira tener presencia en todas las ciudades del país, con plantas de transformación en provincias estratégicas, que permitan convertir todo lo recuperado en elementos de madera plástica que, a través de su comercialización, permitan salvar muchos árboles, reducir el plástico que va a rellenos y botaderos y atender a la población vulnerable a través de donación de elementos como parques o viviendas de interés prioritario.