El turismo como la principal actividad económica dentro del archipiélago marca una serie de transformaciones en el espacio. El progresivo aumento del número de turistas, con su consecuente demanda de bienes y servicios, además del incremento poblacional, se traduce en un factor importante de cambio a nivel territorial.
El desarrollo turístico en Galápagos se ha dado en un período relativamente corto de tiempo (20 años), especialmente en los centros poblados. Su atractivo natural y los esfuerzos por promocionarlos como un “destino prístino de naturaleza”, a partir de la década de 1970 (Epler, 2007) produjo un incremento acelerado en el flujo de turistas durante las últimas cuatro décadas. Este crecimiento creó, a su vez, la necesidad de aumentar la oferta turística para una “demanda siempre creciente”.
Puerto Ayora es la parroquia de mayor importancia económica y turística de la isla Santa Cruz. Es el lugar con mayor concentración de establecimientos comerciales, concentrando 72% del total de turistas, lo que incide significativamente en el desarrollo económico de las islas (DNPG, 2019; GADMSC, 2015).
El desarrollo del turismo dentro del archipiélago ha transformado la estructura espacial de las islas. Esto es perceptible dentro de las 18 entrevistas realizadas. Para los residentes, el proceso migratorio hacia Santa Cruz, 30 años atrás, marca un antes y un después. Bajo la frase “La vida ya no es como antes”, los pobladores contextualizan la realidad dinámica de su territorio y consideran que es un espacio territorial que está destinado a cambiar.
Los primeros esfuerzos para comprender el dinamismo del paisaje urbano se centraron en analizar, desde la percepción de los residentes, como se produjo la expansión urbana. Para el caso de Puerto Ayora, de 1989 a 2014, el área urbana casi triplicó su dimensión (90ha a 271ha) (Figura 1). La causa principal del crecimiento exponencial de la mancha urbana se relacionó directamente a la presión del sector turístico, que toma fuerza desde la década de 1970, debido a su protagonismo en el desarrollo económico de las islas, lo que provocó una fuerte influencia en la estructura territorial, generando así cambios.
Gran parte del territorio de Puerto Ayora está destinado a las actividades turísticas con infraestructura especializada, sin embargo, su uso del suelo también ha sido dinámico con el pasar del tiempo. La Figura 2 muestra cómo evolucionó la zonificación de suelo urbano en los últimos treinta años.
En 1989, existía una predominancia de uso de suelo residencial, pues la actividad turística era baja; a pesar de ello, para entonces ya se evidenciaban ciertos predios con destino comercial y de equipamiento (instituciones públicas y privadas y espacios destinados al uso público) aunque su densidad era baja. Las zonas comerciales y equipamiento se concentraron en los barrios: Central, Ninfas y Pelikan Bay (Figura 2).
Para 1999, la industria turística se posiciona como la actividad económica predominante en Puerto Ayora. La demanda de servicios turísticos facilita la adquisición de terrenos y predios de uso residencial por parte de inversionistas o residentes con una capacidad adquisitiva alta, sobre todo en las zonas cercanas al muelle, que constituyen las de mayor actividad turística. En respuesta a ello, la plaza hotelera, restaurantes, agencias de viaje, bares, entidades bancarias, aumentan significativamente, consolidándose, así como la zona turística por excelencia; a pesar de ello, aún era posible encontrar ciertas familias que se rehusaban a salir del área comercial (Figura 2).
Entre 2009 y 2014, el turismo expande su radio de influencia y zonas cercanas a las vías principales presentan en la actualidad un paisaje turístico bien consolidado, haciendo referencia a la infraestructura, los barrios más lejanos tienen destino residencial, pero con infraestructura comercial. El uso del suelo ya se consolida como turístico (Figura 2).
Los residentes locales tienen opinión dividida frente al turismo, aunque la mayoría reconoce la importancia de la industria turística en términos de desarrollo económico. También, son conscientes que no todos los aspectos son positivos, pues resaltan que el beneficio monetario, en su mayoría, se concentra en grupos sociales más acomodados. En este sentido, los habitantes consideran que la implantación del turismo generó presión tanto en inquilinos como en dueños, que desencadenó procesos de desplazamiento de la población, sobre todo de la zona del muelle o cercanas al mismo. Gran parte de los movimientos internos de los habitantes se produjeron a causa del elevado costo de suelo y vivienda. Adquirir un predio en las zonas con mayor flujo turístico, a fin de rentar o comprar, es casi imposible para los sectores sociales de clase media-baja.
Como se puede ver en el mapa (Figura 3.), los barrios más alejados a la zona costera presentan un menor valor de uso de suelo, este es el caso de La Cascada, Orquídeas, Escalesia, entre otros, que presentan un rango de valor entre 56 a 151 dólares/m2, la razón: se encuentran alejados del área de influencia turística, donde el precio del suelo es bastante elevado, aquí resaltan los barrios Punta Estrada, Pelikan Bay y Central, con un rango de precio aproximado entre 209 a 302 dólares/m2, los mismos presentan mayor flujo de turistas y concentran mayor cantidad de establecimientos al servicio de los visitantes.
Para los habitantes, la industria turística no solo produjo cambios a nivel estructural, respecto a la forma en la cual se reprodujo la ciudad, sino que, también, reconocen que se produjeron transformaciones más simbólicas, relacionadas a aspectos socioculturales y modos de vida. Dichas características convierten a Puerto Ayora en una población insegura, contaminada e individualista.
Galápagos es considerado un área prioritaria de protección reconocida nacional y globalmente, por sus recursos naturales de carácter intrínseco, por lo que los esfuerzos realizados para garantizar su conservación son múltiples. Esta realidad marca el carácter restrictivo que posee este territorio respecto a las actividades antrópicas. A pesar de ello, los procesos urbanos no han sido ajenos a los fenómenos de reproducción espacial de las grandes urbes del Ecuador continental. Como sucede en otras latitudes, la gentrificación en Puerto Ayora puede ser comprendida como un proceso de producción turística, que afecta directamente al mercado del suelo y a la reproducción del tejido urbano, sobre todo por su consideración del espacio como un bien de consumo, destinado a aquellos sectores con una capacidad adquisitiva alta y del cual, difícilmente, podrán beneficiarse los grupos sociales de clase media y baja, que ceden inevitablemente a la presión inmobiliaria.
El caso del archipiélago manifiesta cómo una actividad económica puede actuar como detonante dentro de los procesos de renovación urbana y social, en este caso el turismo. La influencia del sector inmobiliario y la promoción turística por parte de la administración de turno dinamizó la apropiación territorial por parte de grupos sociales acomodados, con la capacidad de adquirir un espacio en las zonas comerciales. Además, se genera un remplazo en el consumo de lugares de residentes a visitantes.
Como demuestra la investigación, la gentrificación no solo genera repercusiones a nivel estructural (edificaciones y espacios), sino que también afecta al carácter simbólico de uso de los espacios, sobre todo aquellos que son de acceso público. La renovación urbana de las áreas turísticas dinamizó el uso de dichos espacios y para muchos residentes el sentimiento de utilización respecto a ciertos lugares en particular desapareció. A pesar de ello, no todos los efectos son negativos y es que el crecimiento turístico demanda mayor cantidad de bienes y servicios especializados, de los cuales también se ven beneficiados los residentes (Ej. readecuación muelle, senderos, playas), que aportará significativamente al mejoramiento de la calidad de vida.
Para terminar, Puerto Ayora es un territorio dinámico, con una sociedad e identidad en construcción, que aún no ha logrado consolidarse. Sus planes y estrategias administrativas también son nuevas, esto retrasa su proceso de desarrollo, pues los objetivos no están encaminados a un modelo independiente acorde a sus características; además, sus intereses se concentran en la producción del capital monetario, dejando de lado aspectos ambientales y sociales. En consecuencia, las brechas socioespaciales son cada vez mayores y reproducen fenómenos urbanos de origen continental, pero que tienen mayor repercusión por el ambiente isleño del territorio, en el cual los recursos son escasos y los ecosistemas son más sensibles a los cambios.