Ubicada en el Océano del Atlántico Norte, al este de Groenlandia, y muy próxima al sur del Círculo Polar Ártico, Islandia es la nación europea más occidental y tiene más tierra cubierta por glaciares que toda Europa continental. Los volcanes, más de un centenar, dominan el paisaje de este país y muchos de ellos aún permanecen activos.
Islandia tiene siete veces más turistas que locales. El viajero que visita estas tierras transita entre glaciares, volcanes, aguas termales, campos de lava, cráteres, desiertos, profundos fiordos y cascadas caudalosas. El verano regala el sol de medianoche y en invierno el cielo nocturno es iluminado por danzantes y luminosas auroras boreales.
La comida, la belleza natural y la cultura impactan a los turistas, pero es la energía renovable lo realmente admirable. Casi el 100% de la electricidad que se consume en este pequeño país de 364.134 habitantes proviene de la energía verde. Es esta combinación de geología y ubicación al norte la que confiere al país su amplio acceso a las energías renovables. La isla se encuentra en la dorsal mesoatlántica, entre las placas tectónicas de Eurasia y América del Norte, una zona volcánica muy activa que impulsa sus sistemas geotérmicos.
La energía geotérmica del país proporciona numerosas ventajas a la sociedad, aparte de la electricidad y la calefacción centralizada de ciudades. Está muy extendido su uso para derretir la nieve de las aceras, calentar piscinas, suministrar energía para la piscicultura, el cultivo en invernaderos y la elaboración de alimentos, además para la producción de cosméticos, como los productos del famoso spa geotérmico islandés la Laguna Azul.
Los glaciares cubren el 11% del territorio del país. El deshielo estacional alimenta los ríos glaciales, que discurren desde las montañas hasta el mar y contribuyen a garantizar los recursos hidroeléctricos de Islandia. Asimismo, el país cuenta con un enorme potencial de energía eólica, que permanece prácticamente sin explotar.
Según Naciones Unidas, Islandia no podía hacer frente a las fluctuaciones de los precios del petróleo derivadas de una serie de crisis que afectaban a los mercados energéticos mundiales. El país necesitaba un recurso energético doméstico estable y viable desde el punto de vista económico, debido a su ubicación aislada en el borde del círculo polar ártico.
Los difíciles primeros pasos hacia el desarrollo de las energías renovables en Islandia, tanto en el caso de la geotérmica como en el de la hidroeléctrica, los dieron emprendedores locales. A comienzos del siglo XX, un granjero encontró una forma de usar el agua caliente que emanaba del suelo para desarrollar un sistema de calefacción geotérmica primitiva para su granja. Las corporaciones municipales fueron aprovechando progresivamente este hallazgo, lo que llevó a un estudio más sistemático de los recursos geotérmicos.
La tecnología de perforación, aportada por la industria petrolera, permitió perforar a más profundidad en busca de agua caliente para poder abrigar más viviendas. Después, se desarrollaron proyectos de mayor envergadura, con la implantación de los sistemas geotérmicos de calefacción centralizada de ciudades a escala comercial.
Para incentivar aún más el uso de la energía geotérmica, el Gobierno de Islandia estableció un fondo de mitigación en relación con las perforaciones geotérmicas a finales de la década de 1960. El fondo prestó dinero para la investigación geotérmica y la perforación de sondeo, a la vez que garantizaba la recuperación de gastos para los proyectos fallidos. El marco jurídico establecido también hizo que conectarse a la nueva red geotérmica de calefacción centralizada de ciudades fuera una opción más atractiva para los hogares que la de seguir usando combustibles fósiles.
Por otro lado, los primeros proyectos hidroeléctricos, al igual que los geotérmicos, los desarrollaron granjeros laboriosos con el objetivo de proporcionar electricidad a sus granjas o como parte de un esfuerzo cooperativo entre unas pocas granjas. En 1950 se construyeron 530 pequeñas centrales hidroeléctricas de este estilo, lo que dio lugar al surgimiento disperso de sistemas de energía independientes por todo el país.
De forma simultánea al impulso de la energía geotérmica, Islandia comenzó a centrarse en el desarrollo hidroeléctrico a gran escala, lo cual atrajo a un gran número de usuarios de energía industrial a nivel internacional. El objetivo era atraer a las nuevas industrias a Islandia para diversificar la economía del país, crear empleo y establecer una red eléctrica a nivel nacional.
En la actualidad, la economía de Islandia, que abarca desde el suministro de calor y electricidad a viviendas unifamiliares hasta la satisfacción de las necesidades de las industrias de alto consumo energético, está impulsada principalmente por energía verde procedente de fuentes hidroeléctricas y geotérmicas. La única excepción es la dependencia de los combustibles fósiles para el transporte.
Islandia está ubicada entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana y, en consecuencia, dividida por una gran falla que cruza el país. Al sudoeste, cerca de Reikiavik y entre ambas placas, se extiende el puente 'Leif the Lucky', dedicado al explorador Leif Erikson, el primer islandés que se sabe que pisó Norteamérica hace un milenio. El puente es solo una de las atracciones de esta falla, conocida por su espectacularidad natural y las actividades que se realizan a su alrededor.
La tectónica de placas es la teoría de que la superficie de nuestro planeta se divide en varias secciones de roca gruesa; hay aproximadamente siete placas litosféricas principales que conforman los continentes y luego muchas placas menores que llenan el resto de la corteza terrestre. Las placas tectónicas euroasiática y norteamericana se alejan constantemente entre sí a una velocidad de aproximadamente 2 centímetros y medio por año, puede que no parezca mucho, pero durante millones de años resulta significativo. La fricción de las placas cambiantes libera magma, lo que hace que se libere una gran cantidad de calor a la superficie. Este es el catalizador de la energía geotérmica.
Hoy en día, Islandia cuenta con seis plantas de energía geotérmica. Hellisheidi Geothermal Power Plant es la central eléctrica más grande de su territorio y la segunda central de energía geotérmica más grande del mundo. La instalación se extiende por más de 5 kilómetros cuadrados. Hasta la fecha hay 64 pozos, cada uno perforado casi a 1 kilómetro y medio de profundidad, que equivale a un edificio de 500 pisos o más de cuatro veces el edificio Empire State de Nueva York.
Pero ¿cómo funciona? Hay grandes rotores y palas de rotor, entonces el vapor entra en la turbina y comienza a girar y convierte la rotación en electricidad, generando 45 megavatios (MW) por turbina. Esto puede dar energía a 45.000 hogares, un gran porcentaje de energía proveniente de una sola turbina de vapor. También, se obtiene agua del pozo que se utiliza para calentar agua fresca necesaria durante todo el año.
Por supuesto, siempre hay un impacto al realizar estos procedimientos. El magma tiene dióxido de carbono (CO2) y sulfuro de hidrógeno, sin embargo, en la planta se produce solo el 3% de lo que emitiría si funcionara con combustibles fósiles. Esto ocurre porque la planta captura la mayoría de los gases y los reinyecta en las rocas donde se mineralizan.
A medida que el vapor hace girar las turbinas, el CO2 residual se recoge, se diluye en agua y luego se canaliza profundamente en tierra. Allí se fusiona químicamente con la roca volcánica porosa debajo de la superficie y se solidifica, por lo que nunca llega a dañar la atmósfera. Es como una esponja que tiene muchos poros y se vuelve sulfuro de hidrógeno mineralizado, lo que comúnmente se conoce como ´el oro de los tontos´.
Este método se ha desarrollado en Islandia, pero podría ser aplicado en cualquier otro lugar y puede contribuir significativamente a la lucha contra el cambio climático.
Hacia el este, se encuentra la atracción turística más popular de Islandia, la catarata Gullfoss. En 2017, aproximadamente 1.340.000 personas visitaron esta atracción turística. La precipitación tiene 32 metros de profundidad. El caudal medio aproximado es de 37.000 galones por segundo en el verano y 21.000 galones por segundo en el invierno. Entre los beneficios del agua en movimiento para los humanos está la producción de iones negativos que alivian el estrés, reducen la tensión, combaten la depresión y aumentan la energía.
Durante la primera mitad del siglo XX y algunos años más adelante, se creó una importante especulación acerca del posible uso de Gullfoss para generar electricidad. Durante este periodo la catarata fue alquilada indirectamente a inversores extranjeros por sus dueños, Tómas Tómasson y Halldór Halldórsson. Sin embargo, los intentos de los inversores de llevar a cabo el proyecto fracasaron, parcialmente por falta de fondos. La catarata fue vendida posteriormente al Estado islandés. Incluso entonces se idearon planes para explotar el río Hvítá, lo que habría cambiado Gullfoss para siempre. Estos planes no se llevaron a cabo y ahora Gullfoss está protegido.
En total, hay más de 10.000 cascadas de todas las formas y tamaños en Islandia. Los islandeses intentan mantener un equilibrio entre represar las cascadas para obtener energía y mantenerlas intactas para el deleite. Con más de 10.000 cascadas y solo 10 plantas hidroeléctricas, hasta ahora es una relación muy buena.
Un ejemplo son las centrales hidroeléctricas de Sog (en islandés, Sogsstöðvar), tres centrales situadas a lo largo del río Sog, en el sur de Islandia, puestas en funcionamiento entre 1937 y 1959. Fueron construidas para proveer de electricidad a Reikiavik, están operadas por Landsvirkjun y tienen una potencia conjunta de 90 MW. Según la Autoridad Nacional de la Energía islandesa, en 2017, el 73% de la energía primaria empleada provenía de fuentes hidroeléctricas.
La energía no se genera del golpe inicial del agua. Las turbinas funcionan con presión constante y esa presión constante se convierte en energía. Cuanta más fuerza, más se obtiene de ella. El flujo de agua es lo suficientemente potente como para proveer a una ciudad entera y no aumentar la huella de carbono.
Generalmente asumimos que solo basta con mover el interruptor y las luces se encenderán, pero este lugar permite apreciar aún más lo que se necesita para generar electricidad.