El agua es un derecho de toda persona, sea quien sea y esté donde esté. Su acceso es clave para la salud pública y por tanto, es decisivo para lograr el desarrollo sostenible y construir un mundo estable y próspero. No podemos avanzar como sociedad global mientras haya tanta gente sin agua potable. Sin embargo, hoy en día millones de personas viven sin ella. Las crecientes demandas, combinadas con una mala gestión, han incrementado la escasez de este recurso en muchas partes del mundo. Por otro lado, el cambio climático y sus fenómenos meteorológicos adversos, como inundaciones y sequías, aumenta drásticamente esta presión.
Para 2030, se estima que en todo el mundo 700 millones de personas podrían verse desplazadas por una intensa escasez de agua, lo cual desemboca entre otras cuestiones, en un aumento dela pobreza, la pérdida de ecosistemas y su biodiversidad y a una migración forzada.
Quizás, para algunas personas resulta inimaginable concebir esto en nuestra vida cotidiana, y más aún en un país como Ecuador donde existen ríos muy caudalosos y en general se registran lluvias en casi todo el país, dependiendo de la época del año y del área geográfica donde nos encontremos.
A pesar de ello, las cifras muestran otra realidad y en el Ecuador ocurre esta paradoja. El país cuenta con grandes fuentes de agua y riquezas naturales, pero un cuarto de la población rural no tiene acceso a agua potable y esto causa, entre otros efectos, desnutrición infantil y enfermedades hídricas. Problemática que tiene mayores efectos en grupos vulnerables, tales como mujeres, niños, niñas, pueblos indígenas, afrodescendientes y personas con discapacidad.
El presidente de la República, Lenin Moreno ha afirmado que “el acceso al agua potable es un derecho elemental, igual que el acceso a la salud, a la vivienda y a la educación” y en este sentido el Gobierno, a través de la Secretaría del Agua (SENAGUA), está impulsando diferentes iniciativas, como el Programa ‘Agua Segura para Todos’. Lanzado en abril de este año, su nombre coincidió con el mensaje del Día Mundial del Agua en 2019: ‘No dejar a nadie atrás, agua para todas las personas’
Con este principio rector de la Agenda 2030, y en especial de su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 ‘Agua y Saneamiento’, se enmarca el Proyecto Binacional entre Ecuador y Perú: ‘Gestión Integrada de Recursos Hídricos’ correspondiente a las cuencas y acuíferos de LOS ríos Puyango-Tumbes, Catamayo-Chira y Zarumilla. Esta iniciativa, que integra además preocupaciones sobre la variabilidad climática en la zona, es liderada por la Secretaría del Agua (SENAGUA) en Ecuador, y la Autoridad Nacional del Agua (ANA) en Perú, y cuenta con el apoyo en su implementación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y en el financiamiento con el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés).
Los problemas ambientales en la cuenca del Pacífico Suroeste del Ecuador y en toda la cuenca del Pacífico peruano han provocado un déficit de disponibilidad de agua, que ha limitado seriamente el desarrollo socioeconómico local y ha elevado los niveles de pobreza en esta región. La economía de estas áreas es altamente dependiente del agua y por lo tanto es vulnerable a la mala gestión, la sobreexplotación, la contaminación de los recursos y los efectos del cambio climático, entre otras cuestiones.
Por todo lo anteriormente mencionado, se impulsó este Proyecto, con el objetivo principal de ayudar a que las instituciones nacionales del Ecuador y Perú, y sus ámbitos político, jurídico y científico-técnico tengan la capacidad para manejar adecuadamente los recursos hídricos de las zonas transfronterizas. De este modo, se logrará que aproximadamente un millón y medio de personas mejoren definitivamente sus condiciones de vida en los dos países.
Entre otras acciones, se contempla la capacitación de cuerpo técnico público; el mejoramiento del conocimiento del estado actual del recurso hídrico superficial y subterráneo, el establecimiento de indicadores socioambientales, la capacitación y puesta en marcha de herramientas en los municipios para prevenir la contaminación de aguas; la descontaminación y reutilización de aguas residuales; el apoyo para la creación de zonas de protección hídrica; la construcción de sistemas de agua potable y unidades básicas de saneamiento; finalmente, se promueve también que existan organismos binacionales para orientar la gestión del recurso hídrico a mediano y largo plazo.
Todas estas actividades cuentan también con acciones de sensibilización y comunicación para las poblaciones de las áreas de intervención del proyecto, promoviendo una cultura del cuidado del agua. Sin duda, la concientización ciudadana es fundamental para lograr los objetivos esperados y promover la sostenibilidad en la gestión.
Los avances y resultados del trabajo articulado y realizado hasta el momento, entre distintos actores y sectores locales, nacionales e internacionales están demostrando que son necesarias las alianzas al igual que un abordaje integral de la problemática del agua. Si bien hay unas entidades rectoras en cuanto a política pública relacionada con la gestión del recurso hídrico, es fundamental que también instituciones de diferentes niveles de competencia territorial, el sector privado, los gremios y en general toda la ciudadanía asuman su rol respecto al acceso, consumo, saneamiento, y gestión racional y eficiente del agua.
Para el PNUD, este Proyecto es un ejemplo de cómo podemos lograr un desarrollo sostenible, es decir, un desarrollo que sea capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos, oportunidades y posibilidades de las futuras generaciones de Ecuador y Perú. Asimismo, es una oportunidad para que dos países enfrentados en el pasado por conflictos territoriales cooperen y construyan juntos un futuro basado en la paz y el entendimiento mutuos, poniendo sobre la mesa, entre otras prioridades, un elemento esencial, como es la gestión de los recursos hídricos, de los cuales depende la vida de cientos de miles de personas a ambos lados de la frontera.