Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), desde la época preindustrial, las actividades humanas han emitido Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmósfera, alterando su composición natural. Lo que produce un aumento en la temperatura que compromete cada vez más el comportamiento anómalo de la atmósfera. Esto, llamado cambio climático, traerá consigo eventos extremos, sequías, impactos en la biodiversidad, afectación en el abastecimiento de agua, más enfermedades, entre otros impactos.
Un aumento de 2 grados Celsius en la temperatura global es considerado el máximo que la Tierra puede soportar sin riesgo de impactos catastróficos. La buena noticia es que aún estamos a tiempo para tomar acciones antes de llegar a un daño irreversible. Pero, ¿sabemos qué hacer para formar parte de la solución?
Carolina Saá, fundadora de la Red de Protectores del Ambiente Ecuador, miembro de la Red de Educadores Ambientales (REA) de Quito y de Pacto Global Naciones Unidas, cuenta que inició el camino para ser ecoamigable “por el dolor que me causaba ver las playas sucias, ver videos en redes sociales de animales sufriendo y muriendo por nuestra contaminación”.
Algo que le permitió tener una conciencia ambiental fue conocer las problemáticas ambientales y “reconocer que las mismas te van a afectar a ti o a tu familia, ya sea en corto, medio o largo plazo. También, otro factor esencial, es saber que cada acción, así sea pequeña, causa un impacto. La idea es que el impacto sea positivo y no negativo”, explica.
Los beneficios de realizar Buenas Prácticas Ambientales (BPA) en casa son varios. Para Carolina ha significado contagiar estos conceptos prácticos a sus hijas, vecinos y amigos. “Ahorrar dinero en las planillas de servicios básicos y compras en general. Disfrutar de experiencias en vez de cosas materiales, ya que mi filosofía de vida ha cambiado”, agrega.
Aunque, este camino conlleva algunos retos: “Luchar contra los hábitos ya establecidos”, señala Saá, pues “todo el sistema se ha adaptado para ofrecernos comodidad; sin tomar en cuenta si esto es ética con el ambiente”.
Para iniciar una vida eco amigable en el hogar, ella recomienda “ser eficientes con los recursos, es decir, no desperdiciarlos”. Además, comprender que “es un proceso ´poco a poco´, que no te frustre, más bien que te motive cada logro. Eso hará que cada vez sean más los hábitos que mejores y puedas abarcar más ejes”.
La Dirección de Buenas Prácticas Ambientales de la Secretaría del Ambiente de Quito tiene como objetivo promover la implementación de acciones sencillas por parte de los distintos sectores de la ciudadanía, para reducir el impacto negativo en el ambiente.
Las Buenas Prácticas Ambientales (BPA) son un conjunto de acciones simples que implican un cambio de actitud y de comportamiento en nuestras actividades diarias, promoviendo una relación amigable con el ambiente.
El programa considera acciones prácticas y sirve de guía a las personas, barrios, instituciones y empresas que buscan tener una relación más amigable con el ambiente. En el desarrollo del Programa, además de la participación activa de los representantes de cada sector, La Dirección de BPA trabaja a través de convenios con universidades y empresas para contar con recursos y el apoyo de voluntarios universitarios que desarrollan las actividades planificadas.
Además, para reconocer el esfuerzo de los ciudadanos que aportan a la construcción de una ciudad más sostenible y para formar una red de intercambio de experiencias e información, la Dirección de BPA ha diseñado la Distinción Ambiental Metropolitana Quito Sostenible (DAM QS).
La premisa de este programa plantea que todos podemos ser parte de la solución con acciones que parecen muy pequeñas, pero que gracias a una acción colectiva podemos alcanzar rápidos y sorprendentes resultados que generan un sin número de beneficios ambientales, sociales, económicos y reducen nuestra huella ecológica.
El agua es uno de los recursos más valiosos y sensibles de la biósfera. Proviene de diferentes ecosistemas que rodean a las ciudades como los páramos, glaciares y bosques. Es un recurso limitado y, por eso, es esencial adoptar medidas de consumo y ahorro responsable.
Diariamente en Quito se desperdicia alrededor de 72.000.000 litros de agua; esta cantidad equivale al agua contenida en 29 piscinas olímpicas. Esto se produce por acciones inadecuadas en su utilización, como son: duchas de más de 10 minutos al día, lavarse los dientes con el grifo abierto, lavar el auto y aceras con manguera y, también, por falta de mantenimiento de griferías e instalaciones.
Parte de la energía eléctrica se genera de combustibles fósiles, por ello es importante reducir su consumo. Esto permitirá contribuir en la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y sus efectos en el cambio climático.
En Ecuador el consumo de electricidad crece en 1,25% por año, lo que implica un aumento en las emisiones a la atmósfera.
La movilidad constituye una parte sustancial en el desarrollo de nuestra vida, pero emite un considerable número de toneladas de CO2 a la atmósfera, principal causa del cambio climático. El 82% de la contaminación del aire en Quito se debe a las emisiones generadas por los vehículos. Por ello, es necesario adoptar medidas enfocadas al uso adecuado del transporte y la movilidad sustentable.
Muchos de los productos que día a día consumimos son depositados en el tacho de basura. Cada ciudadano genera residuos que en su mayor parte se acumulan en vertederos, aceras, botaderos, parques y quebradas, causando problemas de contaminación en agua, suelo, aire y afectando al paisaje.
El 24% de los residuos generados en las viviendas corresponde a material potencialmente reciclable y 56,4% son residuos orgánicos que pueden convertirse en compost. Sin embargo, en los hogares de la ciudad de Quito se estima que solo una casa de cada 100 separa sus residuos para reciclarlos.
La orografía de Quito y su posición equinoccial determinan una variedad de climas, desde tropical lluvioso hasta frío del páramo andino, lo cual incide en la diversidad de ecosistemas que conforman el territorio como mosaico ecológico, paisajístico y sociocultural.
La integridad del Patrimonio se ve amenazada por factores como la deforestación de bosques nativos, el uso del suelo para cubrir la demanda habitacional, la contaminación sobre acuíferos, la cacería y el tráfico de especies silvestres.