En un informe lanzado este año, que lleva por título “Agua y cambio climático”, este organismo señala que “la seguridad alimentaria, la salud humana, los asentamientos urbanos y rurales, la producción de energía, el desarrollo industrial, el crecimiento económico y los ecosistemas dependen del agua y, por consiguiente, son vulnerables a las consecuencias del cambio climático”.
Este estudio recuerda que el cambio climático se manifiesta en el aumento de la frecuencia y magnitud de los fenómenos extremos, como, por ejemplo, las olas de calor, las precipitaciones sin precedentes, las tormentas y las marejadas ciclónicas.
Por ello, detalla que “la calidad del agua se verá afectada negativamente por el aumento de sus temperaturas, la menor cantidad de oxígeno disuelto y, por consiguiente, la menor capacidad de autodepuración de los depósitos de agua dulce”.
Señala, además, que las inundaciones, que se están viendo con más frecuencia en los últimos años, así como una mayor concentración de contaminantes durante las sequías, otro de los fenómenos extremos, “aumentarán el riesgo de polución del agua y de contaminación patogénica”.
Para la Unesco, las mayores consecuencias del cambio climático se producirán en las zonas tropicales, golpeando con más fuerza a los pequeños estados insulares. Estos espacios concentran la mayor parte de los países en vías de desarrollo y son los que sufrirán más “estrés hídrico”.
Asimismo, se estima que las tierras áridas se extenderán aún más en todo el planeta.
Además de eso, se prevé que el deshielo acelerado de los glaciares afectará, de manera negativa, los recursos hídricos de las regiones montañosas y las llanuras adyacentes.
En el texto, la Unesco detalla que en los últimos 100 años se ha multiplicado por seis el uso global del agua y sigue aumentando a un ritmo constante de un 1% cada año, debido al crecimiento demográfico, al desarrollo económico y al cambio de los patrones de consumo.
Pese a ese crecimiento, el organismo indica que, actualmente, unos 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones, alrededor del 55% de la población mundial, no tienen un sistema de saneamiento adecuado.
“El cambio climático y un suministro más errático e incierto agravarán la situación de las regiones en las que más escasea el agua y crearán escasez en las regiones en las que todavía abunda el agua hoy”, dice la Unesco.
Para la institución, esta realidad dificulta cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS 6) de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), referido a garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Ante toda esta situación, la Unesco enfatiza que adaptarse y mitigar el cambio climático por medio de una gestión hídrica es fundamental para el desarrollo sostenible y esencial para cumplir la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático —aunque el agua no aparezca expresamente mencionada en este documento— y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.
La Unesco propone estrategias para gestionar y reducir los riesgos del cambio climático, que las engloba en la “adaptación” y la “mitigación”.
La adaptación “incluye una combinación de opciones naturales, de ingeniería y tecnología, así como medidas sociales e institucionales para contener el daño o explotar las oportunidades beneficiosas del cambio climático”, señala el organismo, que indica que existen opciones de adaptación en todos los sectores relacionados con el agua y deberían estudiarse y aplicarse siempre que sea posible.
Mientras, la mitigación involucra “actuaciones humanas para reducir las fuentes o mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero (GHGs)”. De acuerdo con el informe, pese a que también existan opciones de mitigación en cada uno de los sectores relacionados con el agua, la mayoría no se reconocen.
“Conjugar la adaptación y la mitigación del cambio climático a través del agua es una propuesta que beneficia a todos”, dice la Unesco y enumera esos beneficios:
Facilita la gestión de los recursos hídricos y mejora el suministro de agua y la prestación de servicios sanitarios.
Contribuye directamente a combatir tanto las causas como las consecuencias del cambio climático, incluida la reducción del riesgo. Contribuye directa o indirectamente a cumplir varios de los ODS (hambre, pobreza, salud, energía, industria, acción por el clima y, por supuesto, el ODS 6 del agua), además de otros objetivos globales.
Para la organización, además, es necesario “que la comunidad del cambio climático y los negociadores del clima en concreto, presten más atención al papel del agua y reconozcan su crucial importancia a la hora de abordar la crisis climática”.
También, considera importante que “la comunidad del agua” centre sus esfuerzos en promover la importancia de este recurso hídrico y que desarrolle “propuestas de proyectos hídricos para que se incluyan en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC)”, que son el núcleo del Acuerdo de París y se refiere a las iniciativas nacionales encaminadas a reducir las emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático.
Además, que esas proposiciones de la comunidad del agua se encaminen a reforzar los medios y la capacidad de planificar, ejecutar y monitorizar las actividades de las NDC relacionadas con el agua.