De esta manera se crean vínculos con los cuales se pueden aprovechar mejor ambos aprendizajes, impulsando la creación de soluciones o proyectos que puedan cuidar y respetar el medioambiente, así como preservar la cultura del espacio donde se trabaja.
Epicentre nace después del terremoto que devastó la costa ecuatoriana el 16 de abril del 2016. En ese momento, empezó como una iniciativa de asistencia humanitaria que, mediante la fuerza de voluntarios y personas directamente afectadas, lograron transformar un desastre en oportunidades comunitarias, acompañando a las comunidades en su proceso de reactivación económica y social posdesastre.
En 2016, Gustavo Redín y Carla Rizzo fundaron Epicentre y se centraron en trabajar en un proyecto de desarrollo comunitario y conservación ambiental en la Amazonía ecuatoriana. A su vez, crearon mecanismos de autogestión dentro de la ciudad de Quito, ofreciendo herramientas de compostaje y huertos caseros, para dar una solución a los problemas ambientales que conlleva el mal manejo de los desechos orgánicos en la ciudad.
Rizzo es la coordinadora general de la fundación y cuenta con experiencia en dirección de proyectos sociales. Redín es coordinador de proyectos comunitarios y sociales, abogado en derechos humanos, gobernanza y especialista en compostaje urbano. Además, trabajan con seis personas en el desarrollo de proyectos dentro de la institución.
La fundación trabaja en varios lugares del país por diferentes razones: “En la Amazonía, porque ahí se encuentra nuestro proyecto principal Nunkui y la selva es el pulmón del planeta. Al encontrarse amenazada por la minería a gran escala, creemos que es importante impulsar proyectos productivos que cuiden y preserven la naturaleza y el medioambiente. En Quito, porque es la parte urbana donde encontramos problemáticas ambientales graves, como el mal manejo de los desechos sólidos, y quisimos darle una solución real y descentralizada a este problema”, manifiesta Rizzo.
En 2017, Redín conoció a la comunidad de San Luis y a Dominga Antun, líder indígena de la asociación Tarimiat, quién vela por la protección de la naturaleza y sus recursos, al igual que trabaja por el rescate cultural del idioma y cosmovisión Shuar.
Ella le expuso a Redín todas sus preocupaciones por la explotación de los recursos ambientales dentro de su zona, para ver la posibilidad de crear un proyecto que pueda demostrar que no se necesita de la explotación de los recursos naturales para generar espacios de trabajo.
Para Rizzo, el panorama minero en territorio Shuar y en todo el territorio ecuatoriano es muy preocupante, “Ecuador es un país megadiverso, y los sitios de explotación minera están en lugares donde la afectación es directa a fuentes de agua, zona de vida de fauna y flora en peligro y zonas con un alto grado de valor en biodiversidad. Permitir la explotación minera en estas zonas destruiría las posibilidades de garantizar el futuro sostenible de todos los ecuatorianos”.
La constante amenaza de la explotación de recursos naturales por la que atraviesa Ecuador, motivó al equipo de Epicentre a trabajar de la mano con comunidades que se ven afectadas directamente. Así surge Nunkui, el primer proyecto de comunidad en transición hacia una comunidad sostenible y autosustentable, mediante programas y metodologías desarrolladas por los mismos habitantes con la asesoría de la fundación Epicentre, que tiene el objetivo de conservar y cuidar la cultura y cosmovisión de los pueblos indígenas de la Amazonía ecuatoriana y al planeta.
“La importancia de la conservación de la cultura y la identidad está directamente relacionada con el nivel de felicidad de una comunidad y de poder alcanzar el buen vivir. Los pueblos y comunidades no pueden caminar hacia un futuro cierto, si antes no reconocen sus raíces y su identidad. De este reconocimiento se puede desprender una forma de vida y desarrollo único para cada espacio, salvaguardando su cosmovisión e idiosincrasia”, reflexiona Rizzo.
El proyecto Nunkui recibe voluntarios itinerantes hace dos años. “La mayoría de nuestros voluntarios son de Europa y Estados Unidos. Son personas que tienen un altísimo interés en temas de conservación y mucha curiosidad por conocer nuevas culturas”, explica Rizzo. Los colaboradores, aparte de ayudar a cumplir pequeños proyectos dentro de la comunidad, también han llevado a sus países un poco de la cultura Shuar, pues durante su estadía reciben clases del idioma de esta etnia, junto a la comunidad. También, aprenden sus costumbres viviendo el día a día con ellos.
El verano pasado, por ejemplo, se realizaron distintas mejoras dentro de la comunidad, aplicando programas de permacultura, en los que participaron voluntarios y la comunidad. Adicionalmente, se construyeron baños secos y se realizaron mejoras en el manejo de agua dentro de ese espacio comunitario. “Este año teníamos previsto la construcción del primer centro de intercambio de conocimientos en la comunidad, pero, debido a la emergencia de salud mundial por el COVID-19, nos vimos obligados a parar el proyecto hasta el próximo año 2021”, menciona Rizzo.
MUYA es un proyecto que nace de la unión entre Epicentre, los Global Shapers de Quito y la empresa Renaturalizar. El objetivo es desarrollar habilidades en la ciudadanía sobre manejo de residuos orgánicos y prácticas de reciclaje, realizando una campaña educativa en colegios de la ciudad.
El proyecto enseña a los participantes a separar su basura, manejar sus residuos orgánicos localmente, construyendo una compostera educativa. Asimismo, enseña sobre la utilidad que se le puede dar al compost (el proceso mediante el cual la materia orgánica se transforma en abono), utilizándolo como insumo para desarrollar huertos orgánicos y un jardín que fortalece la ecología urbana de la ciudad.
Rizzo enfatizó: “Este proyecto tiene como fin crear estos pequeños parches verdes por toda la ciudad, sea este dentro de colegios, escuelas, barrios, oficinas o empresas. ¡Queremos ser un Quito Muya!”
Este es el nombre que le dieron a los productos y servicios que crearon como mecanismos de autogestión para la fundación. Su oferta cuenta con la línea de compostaje y huertos urbanos, así como la comercialización de cepillos de dientes de bambú.
“Todos estos mecanismos de autogestión nos ayudan a resolver problemáticas ambientales que se están generando en lo urbano. Gracias a las composteras y huertos estamos enseñando a las personas, en Quito y en otras ciudades grandes del país, los beneficios del compostaje, reduciendo así miles de toneladas mensuales que llegan a los vertederos de la cuidad y son mal canalizadas, provocando gases de efecto invernadero que contaminan el medioambiente”, comenta Rizzo.
Además, cierran el círculo de compostaje al enseñar a las personas sobre soberanía alimentaria, motivándolos a tener sus propios huertos en casa y usando el compost que generan sus composteras para abonar sus huertos.
La línea de cepillos de dientes de bambú, por otro lado, ayuda a resolver la problemática del plástico, permitiendo que las personas cambien sus hábitos diarios y conozcan más opciones naturales para proteger nuestro planeta.
Todos los productos de Guardianes del planeta contribuyen con el 20% de su valor para los proyectos comunitarios que maneja la fundación. “De esta manera somos los creadores de nuestra propia autogestión y no dependemos de donantes externos para mantener en marcha nuestros proyectos”, asegura Rizzo.
El propósito de todos los talleres que ofrecen es elevar la conciencia sobre la protección del medioambiente, ayudando a las personas a tener los conocimientos y las herramientas necesarias para poder mejorar sus hábitos diarios con el planeta. Por eso ofrecen talleres de: compostaje, huertos, consumo consciente, permacultura y derechos de la naturaleza.
“Entre los talleres que ofrecemos —dice Rizzo— el más importante para nosotros es el de manejo de desechos sólidos”. Con esto, buscan generar conciencia en cuanto a la reducción de residuos y consumo responsable, tanto urbano como rural, mostrando que la elevada generación de basura y su manejo inadecuado es una de las causas y los efectos principales de los problemas ambientales, sociales, políticos y de salud de la actualidad. “Todos con el objetivo de convertirnos en Guardianes del Planeta”, expresa Rizzo.
Epicentre aspira a crear proyectos sociales y ambientales que puedan ser fácilmente replicables en todo el país y América, utilizando metodologías que ayuden a la autodeterminación de las comunidades y que mitiguen amenazas ambientales.
También, desean ser reconocidos como los primeros gestores de educación y herramientas para el correcto manejo de desechos orgánicos urbanos en Ecuador. “Esperamos poder seguir creciendo gracias al apoyo de empresas, organizaciones sociales y espacios educativos, para poder ayudarlos en procesos de transición hacia prácticas y hábitos más sostenibles con nuestro planeta”, culmina Rizzo.