E stas familias se agrupan en el colectivo al que nombraron ‘Red de Guardianes de Semillas’, debido a que las semillas son consideradas el primer eslabón en la cadena productiva y base de su iniciativa.
Este grupo considera que tal como están la sociedad y los ecosistemas hoy en día, no se puede lograr una sostenibilidad —de la que tanto se habla—, por ello insisten en que primero se debe hacer una labor amplia de regeneración en toda la sociedad. Esta agrupación, que arrancó en 2002, habla de “regeneración ecológica y social” y es el objetivo “macro” que se han trazado.
Para ello se dedican a la producción agrícola, como primer eje, y a temas de educación, economía solidaria, bioconstrucción, alternativas de salud, alimentación natural, entre otras áreas.
Esta agrupación busca que las comunidades, a nivel local, sean económicamente fuertes y autosuficientes; además, que también sean culturalmente activas, que respeten su identidad y que su alimentación, nutritiva, esté basada en las posibilidades reales del territorio que habitan, explica Javier Carrera, quien forma parte del colectivo.
Una de las prácticas más relevantes de las familias que conforman la ‘Red de Guardianes de Semillas’ es que practican la “permacultura”, que es el lado más ecológico de la agroecología.
Para realizar sus siembras, estas familias no usan, en ningún caso, químicos, ni siquiera los que están permitidos por la agricultura orgánica.
Carrera señala que, en algunas fincas, que son parte de la red, no se ha fumigado en más de 10 años. Explica que lo que han logrado es “establecer un equilibrio en el ecosistema”.
Sobre el tema de las plagas, que es la razón por la que en la agricultura justifican las fumigaciones, Carrera señala que su aparición se debe a un “desequilibrio en el sistema” y es ello lo que atacan.
Pone como ejemplo los cultivos de cacao, en los que suelen aparecer unos hongos llamados ‘escoba de bruja’ y ‘moniliasis’, que generalmente es motivo para fumigar el área donde aparecen.
En los cacaotales de la red, “esos hongos están presentes todo el tiempo y, sin embargo, no afectan a la producción, por el manejo que se da”.
“Un ecosistema sano es capaz de, por sí mismo, resistir la enfermedad”, menciona.
Esto va de la mano de la “agricultura regenerativa” que practican, cuyo principio es que, en lugar de destruir, se regeneran los ecosistemas, el suelo, el abastecimiento de agua y se produce tanto para la alimentación propia como para la comercialización.
Carrera explica que estos sistemas regenerativos han sido inspirados por el ‘sumak kawsay’, un paradigma de la cosmovisión andina, que se traduce en el “buen vivir” o “la vida en plenitud”.
De acuerdo con el entrevistado, este concepto explica que “tú alcanzas un bienestar y tienes los recursos necesarios para ello y no buscas más allá”.
En base a ello, en la red han creado el principio “el afán del locro”, que se contrapone al “afán del lucro”.
Mientras el afán del lucro es referente al acumular riquezas, el “afán del locro” se refiere a que tengas “al final del día un buen plato de sopa en tu mesa, en una casa bonita de acuerdo a tus necesidades, con la compañía de tu familia, que esté feliz y sana, y eso es el ‘sumak kawsay’”.
Carrera señala que la ‘Red de Guardianes de Semillas’ es una agrupación que funciona de manera horizontal, donde cada familia es autónoma, trabaja en sus proyectos y no recibe ninguna imposición.
La red lo que hace es generar conexión entre sus miembros, difunde lo que hace cada familia, en caso de que ellos quieran compartirlo y promueve actividades colectivas.
Por ejemplo, si a la red se une familia que trabaja con gallinas orgánicas, desde Guardianes de Semillas promueven la discusión sobre el tema, realizan talleres e, incluso, visitan el lugar donde esta familia produce. Entonces, los nuevos miembros ya tienen clientes o socios, como los denominan, para comprar sus productos y el trabajo se puede replicar en otros espacios, gracias a las enseñanzas brindadas.
Además de generar estas conexiones, esta red busca mejorar los espacios de convivencia para lograr esa “regeneración social”.
Por ejemplo, en Manabí, el trabajo de la red ha logrado que la finca Río Muchacho sea influyente en el valle donde se encuentra.
Carrera cuenta que gracias a las personas que laboran ahí, “cerraron dos destilerías clandestinas que existían, bajó el nivel de violencia familiar hasta casi desaparecer, se reforestó cerca de medio millón de árboles y mantuvieron por 20 años una escuela de educación básica, con educación humanista y ecologista”.
Esta red no solo busca beneficiar a estas 100 familias. Carrera calcula que Guardianes de Semillas cuenta con “más de 3.000 usuarios directos” de los servicios que brindan. Por ahora están solo en el sector rural, pero buscan extenderse al urbano.
Para ello, en urbes como Quito cuentan con espacios donde comercializan sus productos, totalmente orgánicos. Por ejemplo, está una tienda de chocolates artesanales en la Basílica del Voto Nacional; están, también, los locales “El Wayruro”, “El Motilón” y “El abrazo del bosque”.
A los compradores los catalogan como parte de la red. “Queremos hacerles sentir que están luchando con nosotros para, no solamente preservar el mundo, sino también para preservar una visión de la realidad que en el mundo moderno se está perdiendo y que es esencial que la mantengamos, porque es la que nos va a permitir sobrevivir al futuro”.