El sector turístico se reactiva paulatinamente y las opciones para conocer la diversidad de flora y fauna no están muy lejos del casco urbano. El Jardín Alado está ubicado en las faldas del volcán Ilaló en el sector de cerro Negro, Quito; allí se encuentran 32 aves embajadoras y 401 aves liberadas. Todos los animales están libres, no se encuentra en jaulas pero siempre al cuidado y supervisión de personal especializado.
Lo que hace mágico al Jardín Alado es su profundo sentido de preservación, cuidado, rehabilitación y liberación de especies en peligro de extinción, las cuales fueron víctimas de maltrato animal o tráfico. Las aves son entregadas bajo convenio por el hospital de Fauna Silvestre Tueri de la Universidad San Francisco de Quito, Policía Ambiental y, en algunos casos, por la comunidad aledaña. Son animales que provienen de las tres regiones del país y, a través de un entrenamiento diario, saltos, vuelos puño a puño pueden regresar a su hábitat o sentirse como en casa.
Uno de los problemas psicológicos más comunes en aves se denomina «impronta»: una serie de comportamientos dirigidos por su propia manada permiten al animal adaptarse y perfeccionar su técnica de caza o vuelo; cuando el ser humano retira de su hábitat a un ave silvestre, sea pequeña o grande, y le brinda cuidados domésticos como enseñarle a volar o darle comida, el animal crea una dependencia que le impide volver a su entorno. Un detalle que, por ignorancia, los seres humanos pasan por alto.
La actividad más representativa del Jardín Alado es el show de aves rapaces en el cual podemos admirar la belleza y majestuosidad de águilas, búhos, lechuzas, quilicos, autillos, cóndor, halcones, papagayos, loros y más. Se puede llegar a través de la Ruta Viva o la avenida Intervalles. Está disponible solo fines de semana y feriados bajo reserva, de 09h30 a 17h00. El costo de la entrada es de USD 10,00 para adultos y de USD 7,00 para niños y personas con discapacidad.
