Las naciones más desarrolladas han podido afrontar de mejor manera la crisis debido a sistemas de salud más avanzados y universalmente asequibles, resiliencia económica, la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes, así como acceso a tecnología por personas de escasos recursos, entre otros.
La desigualdad dentro de los países también ha sido demostrada, ya que las personas de escasos recursos han sido afectadas en mayor medida. Esto debido a que estos grupos no disponen de redes y sistemas de protección, viven en barrios con alta densidad poblacional con ausencia de servicios básicos, falta de empleo adecuado, dependencia de la economía informal, condiciones de salud preexistentes y falta de acceso a un sistema de salud pública de calidad. Esta es la realidad del contexto de la pandemia en Ecuador.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), el mapa socioeconómico de Ecuador ha sido seriamente afectado por las medidas políticas y de confinamiento establecidas por el gobierno, en respuesta a la pandemia.
Se estima que existirán 1.4 millones más de personas en pobreza extrema, 1.8 millones más de personas en pobreza, así como 1.1 millones de personas de clase media en riesgo de caer en vulnerabilidad o pobreza. De esta manera, aumenta el porcentaje de pobreza del 27,2% en 2019 al 37,6% en 2020 y el choque duplica el tiempo estimado para salir de la pobreza, pasa de 8 a 19 años.
El mayor problema es que estas tendencias persistirán a menos de que existan acciones coordinadas y efectivas por parte de los gobiernos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) resalta que los efectos de la pandemia en las personas más marginalizadas y de escasos recursos se mantendrán. Esto se debe a que el sector público y el privado buscarán reducir riesgos en sus operaciones, por lo que se apostará cada vez más por la automatización de actividades poco calificadas; de esta manera, se demandará cada vez menos este tipo de labor, marginalizando aún más a poblaciones vulnerables, incrementando las desigualdades. Los gobiernos enfrentarán grandes retos para cubrir las necesidades de los más vulnerables, al quedar con sistemas sanitarios colapsados, menores ingresos y mayor endeudamiento, así como por la inestabilidad política y social.
Se deberá contar con acciones articuladas entre los gobiernos, las empresas, las organizaciones internacionales y no gubernamentales para mitigar los impactos negativos de la pandemia. António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, insta a que las medidas adoptadas sean legales, proporcionales, no discriminatorias, duraderas y con un enfoque en las minorías y el respeto de los derechos humanos; de esta forma, se podrá reconstruir al mundo de una mejor manera, sin dejar a nadie atrás.