El agua se origina en nevados, baja por quebradas y alimenta ríos. El sistema está diseñado naturalmente para cumplir de manera perfecta su ciclo hidrológico; sin embargo, ya no actúa de esta manera, estos procesos han sido perturbados.
La mancha urbana y la expansión descontrolada de la ciudad ha causado varios atropellos al sistema natural de Quito: ha llenado la ciudad de cemento, impermeabilizado el suelo; ha rellenado quebradas con basura y escombros; ha drenado lagunas naturales y ha eliminado naturaleza. Además, se sigue expandiendo, colonizando zonas periurbanas, ampliando su demanda y extrayendo agua de páramos, presionando sistemas cada vez más sensibles.
Todas estas acciones tienen consecuencias. Esto causa inundaciones, porque el agua no tiene por donde desfogarse, las alcantarillas se sobrecargan e inundan la ciudad. Las superficies impermeabilizadas de la urbe provocan que el agua descienda por pendientes con mucha velocidad, destruyendo casas. Además, los páramos se secan.
Y entonces, ¿qué debemos hacer para restaurar estos procesos hidrológicos y recuperar la ecología de la ciudad? Debemos empezar a renaturalizar la metrópoli, transformando los modelos de ciudad con infraestructura gris en modelos con infraestructura verde y azul. Debemos reintegrar los procesos naturales del agua y de la naturaleza, para fortalecer los servicios ecosistémicos de la urbe.
Para esto, contamos con varias opciones que podemos implementar. Debemos incorporar alternativas basadas en la naturaleza para responder a las necesidades de la ciudad, que alguna vez fueron respondidas con infraestructura gris.
En primer lugar, el sistema de alcantarillado actual es obsoleto, pues mezcla aguas contaminadas que salen de los hogares con aguas que todavía son recuperables y se podrían reutilizar. Los SUDS son sistemas que recogen el agua de lluvia de las calles, la descontaminan por fitorremediación y la devuelven a la capa freática de la ciudad, reintegrándola así nuevamente a su ciclo natural.
En segundo lugar, podemos cambiar techos grises por techos verdes e incorporar sistemas de captación de agua de lluvia, para aprovechar este recurso de mejor manera.
En tercer lugar, incorporar el uso de pavimento permeable en la ciudad en vez del tradicional impermeable, permitiendo que el agua se reintegre al suelo.
Cuarto, debemos cambiar nuestra relación con las quebradas en la ciudad; dejar de verlas como lugares sucios, peligrosos, botaderos de basura y lugares de delincuencia y comenzar a mirarlas como corredores ecológicos, espacios de recreación, ríos y riachuelos naturales que conducen agua y son esenciales para la ciudad.
Para esto, es necesario impulsar un modelo de ciudad diferente, promoviendo alianzas público-privadas que tengan el potencial de integrar la infraestructura que se necesita para transformar el espacio urbano. Asimismo, se necesitan nuevas visiones de ciudad que integren criterios de sostenibilidad en la urbe.
Por último, se requiere inculcar valores de respeto a la naturaleza en la ciudadanía. Las ciudades se construyen de manera conjunta y se requiere de todos los ciudadanos para impulsar nuevos modelos integrales y sostenibles.