Es notorio el número de personas que en la actualidad están orientadas a “llevar una vida sana”, señala Esteban Almeida, fundador del emprendimiento ecuatoriano Natuarte Orgánico.
Esas personas, para lograr su objetivo se enfocan en “buscar alimentos sanos, con un mayor valor nutricional y con menos químicos”; pero, dice Almeida, “la mejor forma de asegurarse del origen de tus productos orgánicos es sembrándolos tú mismo”.
La recomendación es entrar al mundo de la agricultura orgánica, que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la define como “un sistema de producción que trata de utilizar al máximo los recursos” de un lugar, “dándole énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica”. Esta opción, busca minimizar el uso de los recursos no renovables y no utilizar fertilizantes y plaguicidas sintéticos, a fin de proteger el medio ambiente y la salud humana.
La agricultura orgánica se puede poner en práctica en cualquier lugar. Almeida, con Natuarte, está desarrollando un proyecto con este modelo en terrazas. Hace jardines en estos espacios, con plantas comestibles, por ello se le denominan “jardines comestibles”.
El primer proyecto arrancó en la Universidad de las Américas (UDLA), donde instaló un jardín vertical, para aprovechar el reducido espacio y sembrar mayor cantidad de plantas o, en otras palabras, “tener más producción en menos espacio”, dice.
En ese lugar ha sembrado albahaca, perejil crespo, ají, tomate, así como flores comestibles, como miniclaveles y borrajas. Esta producción es aprovechada en la elaboración de los platos del departamento de gastronomía de la universidad.
“Es algo que queremos que se pruebe que es efectivo. Tienes continuidad dentro de cosecha y producción”, menciona Almeida.
LAS TERRAZAS no son los únicos lugares que ha aprovechado o recomienda aprovechar el fundador de Natuarte. También ha hecho siembras en espacios públicos, como en la avenida González Suárez de Quito, donde sembraron acelga de colores y kale (o col crespa); así como la intervención del redondel de El Ciclista.
Almeida aconseja utilizar los espacios comunes de los conjuntos residenciales. “Cuando las personas viven en un edificio no utilizan las áreas comunales como si fueran de ellos, sino que piensan que es un espacio de nadie”. En Quito, por ejemplo, las terrazas las utilizan para tender la ropa.
Incluso en apartamentos pequeños, sin acceso a terrazas o balcones, se puede sembrar. “Si hay alguna ventana por donde entra el sol, ya se pueden tener plantas para comerlas”, señala Almeida, quien recomienda plantar aromáticas, como perejil crespo, romero, orégano, cuyo “uso no es tan abundante y siempre habrá algo para sazonar”.
También ha hecho huertos productivos en restaurantes. En esos locales, que no dejan de comprar los productos que usan, se aprovecha el espacio, además de adornar, para “introducir nuevas plantas, material genético interesante”, variedades que no se encuentren en el mercado o supermercado.
Fotos:Tinta diseño
- Hacer que se vuelvan útiles los espacios subutilizados.
- Tener alimentos frescos al alcance de la mano.
- No hay contaminación, porque no hay traslado del producto.
- Comer lo que uno mismo produce, causa satisfacción.
EL ABONO: que sea alto en nitrógeno, para el crecimiento la planta; puede ser el humus de lombriz.
LA TIERRA: que siempre esté húmeda, no tan mojada.
LA PODA: Cortar las flores siempre, para que la planta no se reproduzca tan rápido y muera, sino que pueda dar más.
RESIEMBRA: usar partes de las mismas plantas (esqueje) o las semillas de sus frutos para iniciar un nuevo ciclo.
BONITO: intercalar plantas comestibles con decorativas.
CONTENEDORES: usar recipientes que impidan el paso del agua, especialmente en las terrazas.