“Los niños, al aprender desde tempranas edades a relacionarse en armonía con la naturaleza, están dando unos pasos importantes para estar sensibles a la ecología, a lo social, a hacer cosas diferentes en esta vida”, dijo, en entrevista con ELEMENTS, la rectora de esta institución, Jacqueline Ponce.
La institución, que comenzó siendo un preescolar y ahora ofrece hasta 3ro de bachillerato, tenía como misión inicial “acompañar a líderes con valores éticos y morales, para transformar el mundo”, añade la rectora.
Esa misión no ha variado mucho, pero se ha adaptado a los tiempos actuales. Ahora, se reconoce, dice Jacqueline, como “una comunidad educativa bilingüe, comprometida a cambiar el mundo, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pensamos es el plan estratégico del mundo, al que todos tenemos que adherirnos y poner todo nuestro mejor esfuerzo individual y esfuerzo común para lograrlo”.
Su misión está inmersa en una metodología constructivista, el Modelo C3 de Gilbert Brenson-Lazán, que les permite trabajar con un pensamiento flexible, “para que la calidad de vida pueda mejorar y, también, para que nuestra estructura pueda adaptarse con mayor facilidad a todos esos cambios que se dan en el mundo”, detalla Jacqueline.
Con este norte, este colegio ha logrado darle un “ADN ecológico” a sus estudiantes, en todos los niveles. “Creo que los chicos se han creído esto, lo toman con mucha espontaneidad y fluye en ellos eso de ser defensores del planeta, ellos se toman con mucha seriedad esta misión que se les ha delegado”, resalta la rectora.
Entre las acciones del Colegio Johannes Kepler, está la alineación del programa educativo con los cinco ejes centrales de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que es la que integra los ODS.
En ese sentido, presentaron con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) su propuesta de educación, en la que las asignaturas se compaginan con esos ejes, que son: planeta, personas, prosperidad, paz y alianzas.
“Todas las asignaturas se han alineado, de una manera muy directa, para trabajar con los ODS, con un propósito importante, disminuir la pobreza a nivel global, luchar por el cambio climático, luchar por la igualdad y la paz”, enfatizó Jacqueline.
Líderes del ODS 15, nombrados por Pacto Global Ecuador, que tiene que ver con la “Vida de ecosistemas terrestres”, también hay una meta clara: sembrar 500.000 árboles hasta el 2030.
Jacqueline menciona que hay acciones alineadas a su programa educativo en las diferentes etapas de estudio. Por ejemplo, con los más pequeños, los de edad preescolar y primero de básica, desarrollan el proyecto Tachu Khuyay: “es una botellita de amor, donde van poniendo todos los residuos plásticos que encuentran”, que una vez llenada, se entrega para que ese material sea reutilizado.
Con los jóvenes trabajan en la música. Desde 2017 realizan el Festival ODS JK, en el que, con canciones inéditas, cantan al mundo sobre tomar conciencia acerca del cuidado del planeta y la importancia de los ODS para ello.
“Estos festivales han sido muy ricos para el aprendizaje de los adolescentes y ellos se han sentido orgullosos de ser los que llevan el mensaje al mundo de un cambio que requerimos”, menciona Jacqueline y detalla que el primer año estuvieron unos 2.500 estudiantes, el segundo alrededor de 5.200 y en el tercero, de 2019, unos 3.800.
Aparte de lo que se hace con los estudiantes, el colegio también tiene prácticas importantes. Debajo de su restaurante tienen un reservorio de agua de lluvia, que sirve para todo el riego de los sembríos y jardines de la institución; también, instalaron unos paneles solares sobre el edificio más grande del lugar, que les brinda electricidad, específicamente el 50% de la totalidad del consumo de la energía eléctrica del establecimiento.
La estrategia que ha empleado el Colegio Johannes Kepler ha tenido como resultado que los niños y adolescentes se conviertan en líderes del cambio en sus hogares, comenta la rectora.
“Los niños creo que son nuestros mejores emisarios, porque pienso que los hogares de nuestra comunidad han cambiado totalmente”, añade Jacqueline y explica que son los estudiantes quienes en sus casas “les piden a los padres apagar la luz, usar un vaso para cepillarse los dientes, botar la basura donde corresponde, recoger las aguas de lluvia para regar las plantas, colocar mangueras para el riego de las plantas en los jardines, lavar los carros con un balde”, entre otras prácticas, que contribuyen con el cuidado del medioambiente y “generan un protagonismo individual en este cambio”.
La rectora señala que “ellos sienten que en sus manos está la transformación, está el cambio, que no dependen de otras personas”.
Con esta experiencia, el Colegio Johannes Kepler lidera la Red de Colegios Unidos por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que cuenta con 3.185 instituciones.
“Cuando comenzamos, ningún colegio, ningún rector tenía información de lo que era la Agenda 2030, entonces, fue muy lindo iniciar nuestras capacitaciones”, comentó Ponce.
Una vez hecho el cambio de mentalidad, con estas unidades educativas, hicieron una feria, que incluyó una exposición con las mejores prácticas, las actividades de sostenibilidad que los colegios habían encontrado en el camino. “Fue muy lindo, porque creo que al inicio el no saber nada y terminar un año con proyectos muy interesantes de los chicos a todo nivel, nos permitió sentir que estábamos en el terreno apropiado, en el escenario que correspondía”, enfatizó la rectora.
Como otras unidades educativas de Ecuador y el mundo, el Colegio Johannes Kepler se ha adaptado a la crisis generada por la pandemia del nuevo coronavirus.
“Pensamos que esta pandemia también nos ha revolucionado, en cierta manera, para propiciar nuevas formas de entendimiento, de convivencia y de relacionamiento con la naturaleza”, relató Jacqueline.
Señaló que, pese a que presencialmente no se pueden hacer muchas cosas, el colegio ha ideado procesos donde los chicos pueden experimentar de diversas maneras. “En este momento un teléfono o una computadora, un medio tecnológico solamente es una herramienta que nos permite ponernos en contacto con los chicos […] para que puedan ellos seguir aprendiendo en nuestro proceso y que ese nivel de sensibilidad, con la convivencia y con la relación con el medioambiente no cambie, sino, más bien, se potencialice, entendiendo y tomando conciencia que vivimos en un único escenario de vida y hay que respetarlo y trabajar”, agregó la rectora.