Los procesos de urbanización de la región sobrepasan la capacidad de planificación de los gobiernos locales, dando, como resultado, barrios desatendidos e informales, que, por su condición, muchas veces no son sujetos de provisión de servicios básicos o de inversión para mejorar los espacios públicos o comunes.
Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente el sector informal urbano en Latinoamérica representa un tercio de la población que vive en condiciones no adecuadas, esto incluye la falta de acceso a servicios básicos (agua potable, saneamiento, energía, recolección de residuos y transporte), la mala calidad estructural de la vivienda, el hacinamiento, la ubicación en lugares peligrosos (falta de espacios públicos bien equipados) y la tenencia insegura de predios (ONU-Hábitat 2003, 2016). En ese contexto, la construcción de procesos innovadores de urbanismo táctico participativo en los barrios de Quito encuentra su nicho, como una alternativa viable para visibilizar la problemática y mejorar la calidad del espacio público.
Los Laboratorios Itinerantes de Urbanismo Táctico (LIUTs) pueden definirse como un esfuerzo colaborativo multiactor, para identificar conjuntamente los problemas locales de un barrio y, de esa manera, cocrear soluciones, cofinanciarlas y coimplementarlas con los residentes locales. Es importante señalar que, dentro de los LIUTs, la intervención no es el objetivo final, sino el proceso de cohesión social. Así también, se repiensa el barrio de manera local desde una perspectiva de género e intergeneracional y que de soluciones concretas de alto impacto y a bajo costo.
Esos dos términos son un modelo de intervención, que tienen como objetivo tres puntos clave:
En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, que tuvo lugar en Quito, en octubre de 2016, se ejecutaron los dos primeros LIUTs, en los barrios de “La Pisulí” y “Santa Clara”. La iniciativa fue un trabajo colaborativo entre el colectivo YoutHab, en conjunto con la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central del Ecuador (FAU-UCE) y la exvicealcaldesa y exconcejala Daniela Chacón.
En ese entonces, la interacción de los tres actores tenía como objetivo desarrollar un proyecto de mejora del espacio público, que esté sustentado en el conocimiento académico y que tenga el potencial de escalar a una política pública, para facilitar su replicación en otros barrios. Sin embargo, a medida que se desarrollaban las primeras experiencias, el trabajo colaborativo de los LIUTs giró en torno a un cuarto actor fundamental que marcaría la diferencia para una intervención exitosa: la comunidad, como experto activo en el proceso. Es así que, las siguientes intervenciones, en los barrios de “San Juan”, “Toctiuco”, “Lucha de los Pobres” y “Anglicanos” de Guamaní, se trabajó muy de cerca con la comunidad, para tener una mejor idea de las necesidades locales, así como acordar estrategias para su implementación.
Por definición, cada LUIT, en estos seis barrios intervenidos, fue un experimento diferente, donde se utilizan diversas herramientas y métodos al acercarse a la comunidad y diseñar, participativamente, la intervención en el espacio público. Sin embargo, la fórmula básica de colaboración de los socios dentro de los LIUTs siempre ha sido lograr la creación conjunta, cofinanciación y coimplementación entre residentes locales, academia, sociedad civil y autoridad local; así como múltiples actores que van rotando y cambiando año tras año, empresas que donan material, refrigerios, pintura, herramientas, charlas de empoderamiento, artistas, etc.
Un ejemplo de lo mencionado se dio durante la ejecución en el barrio “Lucha de los Pobres”, cuando la organización no gubernamental WWF estuvo involucrada debido a la existencia de un “ecosistema de quebrada”, con alta importancia ecológica; la entidad apoyó la financiación de la logística y los alimentos para un taller y la minga. En una ocasión diferente, la Asociación de Peatones de Quito donó pintura de tráfico, para hacer que algunas intersecciones sean más seguras para los peatones.
Los residentes locales son vistos como expertos en todo el proceso de cocreación de la implementación y son el centro de cada intervención; los métodos utilizados no solo buscan la obtención de información relevante de ellos, sino que fortalecen un sentido de apropiación del proyecto dentro de la organización formal del barrio y el resto de los residentes.
Al ser un proyecto voluntario, el principal desafío está relacionado con el financiamiento. El único apoyo económico permanente con el que los LIUTs pueden contar es el “Programa de Vinculación con la Colectividad” de la Universidad Central del Ecuador, que proporciona transporte para los estudiantes a las áreas de implementación. Todos los materiales y recursos económicos son el resultado de contribuciones personales, donaciones de empresas privadas y alianzas con organizaciones no gubernamentales.
Otro desafío importante es contar con una participación activa de los residentes locales. La mayoría de los pasos previos a la minga apuntan a la participación de la comunidad, las seis experiencias han resultado en seis grados diferentes de participación. Los factores de éxito han sido la identificación temprana de una organización local barrial fuerte existente, comprender las necesidades de los residentes locales y la cocreación de las propuestas entre ellos y los estudiantes, mediante talleres de diseño colaborativo.
Es importante evitar términos técnicos al acercarse a los residentes locales. Es más fácil hablar de “parques”, “asambleas” y “minga”, en lugar de “espacio público”, “talleres de cocreación” y “coimplementación”. Encontrar un lenguaje común, genera confianza entre las partes interesadas y facilita el flujo de ideas. Más que experiencias participativas de diseño urbano, los LIUTs son laboratorios de innovación social, donde todos los socios se convierten en grupos objetivo de un proceso de aprendizaje continuo. Los residentes locales adquieren habilidades de participación y nuevas herramientas para fortalecer y transformar la cohesión comunitaria; los estudiantes aprenden y experimentan un método ascendente de diseño urbano; la autoridad local descubre nuevas formas de construir relaciones con los habitantes; y la sociedad civil fortalece su enfoque holístico de influir en la planificación urbana y el desarrollo urbano de acuerdo a sus necesidades y experiencias.
La innovación sobre cómo acercarse a las comunidades locales puede marcar la diferencia dentro de los procesos. Se han desarrollado y probado muchas herramientas y metodologías de talleres, como mapeo colaborativo, juegos de roles, grupos focales, caminatas por el vecindario, recuperación de la memoria colectiva, etc. Sin embargo, los integrantes de los LIUTs insisten en ser más sensibles a la dinámica social de la comunidad local y a los intereses de cada una de las partes interesadas. Por ejemplo, programar reuniones y actividades de acuerdo con la disponibilidad de tiempo entre sí, de modo que el grupo objetivo no necesite tiempo ni trabajo extra; así, también, recoger todas las recomendaciones de los actores del barrio (niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres y adultos mayores). Es importante saber cuándo se reúne la asamblea vecinal, los grupos locales o las asociaciones, para unirse a las reuniones.
Sin duda, esta iniciativa representa una alternativa práctica para aumentar la calidad del espacio público en barrios periféricos de la ciudad. Es importante mencionar que esta práctica no debería suplantar las funciones del gobierno municipal y, más bien, debería ser exhortada como mecanismo y metodología de implementación participativa. Así, por otro lado, los residentes de los barrios que se van interviniendo, no solo se apropian de los espacios transformados, sino también de la metodología y herramientas transformadoras, para poder replicarlas en otros lugares que pueden cambiar, potenciando las relaciones humanas y barriales.
Los LIUTs han activado la participación ciudadana en el barrio, han generado empoderamiento y responsabilidad cívica, porque buscan representar y dar voz a los ciudadanos, a partir del diseño colectivo; crean y generan valor común, participación cívica y apropiación de los espacios públicos.
En nuestra opinión, los LIUTs son ejemplos tangibles de aterrizar el discurso de la palabra “sostenibilidad” a la planificación urbana de las ciudades. Solo con procesos inclusivos, participativos y que apoyen la gestión climática y ambiental de las ciudades, se conseguirá los objetivos de desarrollo sostenible.