Aunque resulte positivo el ingreso de Estados Unidos, es importante considerar que no es fácil, pues al dejar de ser parte del acuerdo se perdieron muchas metas que se habían trazado y ahora los objetivos son más ambiciosos. Por ende, el trabajo es largo y se deben lleva a cabo varias acciones.
Como primer paso, según información de Fast Company, el primer paso es plantear una nueva meta. En 2015 el compromiso era reducir las emisiones entre un 26% y un 28% por debajo de los niveles del 2005. Para el 2025, ahora se deberá considerar implementar un objetivo denominado “contribución determinada a nivel nacional” para reducir las emisiones en un 45-50% para el final de la década.
La siguiente acción involucra que Estados Unidos disponga de un estándar nacional de energía renovable, el cual permita el aumento del porcentaje de energía limpia. Por otro lado, una de las promesas de la campaña de Biden fue crear un “sector de energía libre de contaminación por carbono” para 2035, como parte de una inversión de $ 2 billones para reconstruir la economía mediante la inversión en infraestructura verde.
Otro punto importante que Biden consideró y resulta positivo es la modernización de cuatro millones de edificios, climatizar millones de casas para contribuir al ahorro de energía, se propone brindar incentivos para que aquellos hogares cambien el calor geotérmico o reemplacen sus estufas de gas con estufas de inducción.
Existen muchas expectativas con la reincorporación de la potencia en el acuerdo de París, pues se espera que se cumplan todas las promesas dichas en campaña y que además su participación aporte al desarrollo del proyecto, mediante el cumplimiento de las metas y objetivos planteados. Retomar lo que se abandonó no será fácil, pero es una esperanza para el medio ambiente.